El pensamiento: un puente interdimensional
Si nos remitimos a la ciencia actual, nos dice que la cuarta dimensión es el tiempo, o que el tiempo es una posible cuarta dimensión.
Los Mayas conciben los seres humanos como multidimensionales; además de nuestro cuerpo físico, somos un psiquismo, somos un cuerpo emocional, somos un cuerpo energético, somos cuerpos espirituales. Diferentes manifestaciones en diferentes dimensiones; pero diferentes manifestaciones de Uno Mismo. Nosotros vivimos en una tercera dimensión, pero las hay más allá. Por lo que, si a cada densidad de materia diferente somos un cuerpo diferente acorde con esa densidad; existen más que grandes posibilidades de que seamos cuerpos de esas otras dimensiones mas allá de la tercera.
Los Mayas decían: en la cuarta dimensión somos cuerpos de luz; algo así como que tenemos un "doble" dimensional. Alguien que por morar en la cuarta dimensión no está atado a las limitaciones del tiempo mecanizado, por lo que para "él" o "ella", tal como el ejemplo de la memoria, donde es posible acceder a lo que nosotros nombramos pasado y futuro entre tantas otras cosas inimaginables desde esta limitada tercera dimensión.
Si ubicamos el pensamiento con tales capacidades se puede entonces comprender sin mayor dificultad mundos a los que el pensamiento puede acceder con la misma facilidad que encontramos “la realidad” que asume el común como contundente e irrefutable. Lewis Carroll logra brillantemente en Alicia en el país de las maravillas enlazar algunas de éstas ideas:
—Bueno— siguió contando su historia el Sombrerero—. Lo cierto es que apenas había terminado yo la primera estrofa, cuando
— ¡Qué barbaridad! ¡Vaya fiera!— exclamó Alicia.
— Y desde entonces— añadió el Sombrerero con una voz tristísima—, el Tiempo cree que quise matarlo y no quiere hacer nada por mí. Ahora son siempre las seis de la tarde.
Alicia comprendió de repente todo lo que allí ocurría.
En la definición de
Pero no es real por ser material, perceptible o social, sino que es real porque su conocimiento de ser, en el momento en que es y está, le permite saber exactamente dónde y cuándo está, en cada segundo de tiempo de su destino y en cada sitio al que se vincula en su movimiento y la verdad de su cambio.
Las funciones trascendentes del hombre, aquellas que le son esenciales a su realidad en su propio cambio, están encadenadas al consciente conocimiento de ser y estar, al de su fuente originaria de cambiar sin dejar de ser ni de estar, en dirección y sentido, hacia su propio destino. Su forma, tamaño, condición y término, cambian, pero su origen, su identidad, su destino y potestad de cambio consciente lo hacen perfectible y trascendente.
El Dr. Luis Gómez de
Si el hombre tiene funciones trascendentes, es porque es un ser trascendente, y su destino es universal, tal como es la realidad, tal y como es su dimensión cualitativa. Pero su propio ONTO, definido por la esencia de participar material, conceptual y valorativamente, y ser y estar mentalmente adecuado a la búsqueda del infinito en el que encuentra sus vínculos espirituales, lo hacen el sujeto más relacionador e impulsor de sus propios cambios y de los de la naturaleza, de la cultura general y de la sociedad.
A los efectos de estas relaciones dinámicas, no es importante destacar las magnitudes de ésta Teoría que abarca desde temas sociales hasta la misma existencia como parte de una filosofía integradora. Éste no es el caso, en el que se platean los paradigmas de la existencia y mucho menos la filosofía del mismo.
Sin embargo desde éste punto de vista, basándose parcialmente en ésta definición de dimensión cualitativa la cual, está dirigido esencialmente a la idea de cuerpo y pensamiento como puente interdimensional, y más aún multidimensionalidad en sí mismo.
Dentro de las evidencias se puede ubicar el arte como multidimensionalidad y, a partir de esto, ejemplificar en otra escala lo que significa la dimensión cualitativa y la multidimensionalidad.
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