Marco de ideas: síntesis 3

El pensamiento: un puente interdimensional

Si nos remitimos a la ciencia actual, nos dice que la cuarta dimensión es el tiempo, o que el tiempo es una posible cuarta dimensión.

Los Mayas conciben los seres humanos como multidimensionales; además de nuestro cuerpo físico, somos un psiquismo, somos un cuerpo emocional, somos un cuerpo energético, somos cuerpos espirituales. Diferentes manifestaciones en diferentes dimensiones; pero diferentes manifestaciones de Uno Mismo. Nosotros vivimos en una tercera dimensión, pero las hay más allá. Por lo que, si a cada densidad de materia diferente somos un cuerpo diferente acorde con esa densidad; existen más que grandes posibilidades de que seamos cuerpos de esas otras dimensiones mas allá de la tercera.


Los Mayas decían: en la cuarta dimensión somos cuerpos de luz; algo así como que tenemos un "doble" dimensional. Alguien que por morar en la cuarta dimensión no está atado a las limitaciones del tiempo mecanizado, por lo que para "él" o "ella", tal como el ejemplo de la memoria, donde es posible acceder a lo que nosotros nombramos pasado y futuro entre tantas otras cosas inimaginables desde esta limitada tercera dimensión.

Si ubicamos el pensamiento con tales capacidades se puede entonces comprender sin mayor dificultad mundos a los que el pensamiento puede acceder con la misma facilidad que encontramos “la realidad” que asume el común como contundente e irrefutable. Lewis Carroll logra brillantemente en Alicia en el país de las maravillas enlazar algunas de éstas ideas:

—Bueno— siguió contando su historia el Sombrerero—. Lo cierto es que apenas había terminado yo la primera estrofa, cuando la Reina se puso a gritar: « ¡Vaya forma estúpida de matar el tiempo! ¡Que le corten la cabeza!»

¡Qué barbaridad! ¡Vaya fiera!— exclamó Alicia.

Y desde entonces— añadió el Sombrerero con una voz tristísima—, el Tiempo cree que quise matarlo y no quiere hacer nada por mí. Ahora son siempre las seis de la tarde.

Alicia comprendió de repente todo lo que allí ocurría.

En la definición de la Real Academia Española el significado del término “real” se refiere a algo que tiene existencia verdadera y efectiva, entonces, nos atreveríamos a decir que el hombre es real. Vive su tiempo real, su espacio real, porque sabe lo que pasa donde le pasa y en el momento en que le pasa. Ese concepto de espacio y tiempo real le da significado trascendente al concepto de Realidad. Es real aquel que percibe lo qué es, dónde es y cuándo es.

Pero no es real por ser material, perceptible o social, sino que es real porque su conocimiento de ser, en el momento en que es y está, le permite saber exactamente dónde y cuándo está, en cada segundo de tiempo de su destino y en cada sitio al que se vincula en su movimiento y la verdad de su cambio.

Las funciones trascendentes del hombre, aquellas que le son esenciales a su realidad en su propio cambio, están encadenadas al consciente conocimiento de ser y estar, al de su fuente originaria de cambiar sin dejar de ser ni de estar, en dirección y sentido, hacia su propio destino. Su forma, tamaño, condición y término, cambian, pero su origen, su identidad, su destino y potestad de cambio consciente lo hacen perfectible y trascendente.

El Dr. Luis Gómez de la Vega, ingeniero geodésico de la Universidad Central de Venezuela, en su texto La dimensión cualitativa* (2008) explica acerca de la Teoría del Conocimiento Trialéctico y las funciones trascendentes del hombre introduciendo de lleno en el tema de la Dimensión Cualitativa y destacando el concepto de trialéctica de las funciones trascendentes son: la PROFUNDIDAD, la INTENSIDAD y la VELOCIDAD. y explica:

Si el hombre tiene funciones trascendentes, es porque es un ser trascendente, y su destino es universal, tal como es la realidad, tal y como es su dimensión cualitativa. Pero su propio ONTO, definido por la esencia de participar material, conceptual y valorativamente, y ser y estar mentalmente adecuado a la búsqueda del infinito en el que encuentra sus vínculos espirituales, lo hacen el sujeto más relacionador e impulsor de sus propios cambios y de los de la naturaleza, de la cultura general y de la sociedad.

La Dimensión Cualitativa no inserta la inercialidad ni la cuantificación; más bien expresa relaciones dinámicas de la realidad como proceso humano. Una relación propiamente dicha no existe entre objetos sin movimiento, si no es un continuo cambiante entre sujetos y objetos en contenidos y continentes en proporción a sus múltiples objetivos en el espacio-tiempo

A los efectos de estas relaciones dinámicas, no es importante destacar las magnitudes de ésta Teoría que abarca desde temas sociales hasta la misma existencia como parte de una filosofía integradora. Éste no es el caso, en el que se platean los paradigmas de la existencia y mucho menos la filosofía del mismo.

Sin embargo desde éste punto de vista, basándose parcialmente en ésta definición de dimensión cualitativa la cual, está dirigido esencialmente a la idea de cuerpo y pensamiento como puente interdimensional, y más aún multidimensionalidad en sí mismo.

Dentro de las evidencias se puede ubicar el arte como multidimensionalidad y, a partir de esto, ejemplificar en otra escala lo que significa la dimensión cualitativa y la multidimensionalidad.



* Aún no publicado, pero puede ser ubicado en la página Web http://www.comindes.org/

Marco de ideas: síntesis 2

Los mundos paralelos: el principio de coexistencia

De esta percepción limitada del espacio que nos compete y el tiempo que nos determina definido por la ciencia, resulta una experiencia psicológica, totalmente subjetiva. Un período puede ser eterno aunque pequeño o fugaz aunque extenso; dependiendo de de la percepción.


En un intento de la ciencia de establecer conformidades que designen un patrón común a todos que hicieran de la idea del tiempo un factor más controlable, los científicos no tiene un concepto de tiempo, tan sólo hablan de cómo percibirlo y medirlo. Esta primera pregunta entra en dominio de los filósofos, místicos y otros, quienes abordan este punto desde otra posición. Freud ya a principios del siglo XX dijo que el inconciente es "atemporal", carece de tiempo lineal; a tal punto que hechos aparentemente pasados están presentes en la realidad psíquica del individuo.


Esto evidencia que un concepto del tiempo absoluto tal como pretendía definirlo Newton y otros personajes no se aplica a ciertas condiciones.


Asimismo, Jaques Lacan, también psicoanalista, afirma que en el inconciente se producen series temporales de apertura y cierre. Existe en la psiquis no un tiempo lineal solamente, sino una sincronía; estableciéndose una relación de prioridades según "tiempos lógicos" y no "cronológicos". En su libro El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada (1945) reflexiona al respecto:

Estas instancias del tiempo, constituyentes del proceso del sofisma, permiten reconocer en él un verdadero movimiento lógico. Este proceso exige el examen de la calidad de sus tiempos. Se aíslan en el sofisma tres momentos de la evidencia, cuyos valores lógicos se revelarán diferentes y de orden creciente. Exponer su sucesión cronológica es también especializarlos según un formalismo que tiende a reducir los discursos a una alineación de signos. Mostrar que la instancia del tiempo se presenta bajo un modo diferente en cada uno de estos momentos es preservar su jerarquía revelando en ellos una discontinuidad tonal, esencial para su valor. Pero captar en la modulación del tiempo la función misma por donde cada uno de esos momentos, en el tránsito hasta el siguiente, se reabsorbe en él, subsistiendo únicamente el último que los absorbe, es restituir su sucesión real y comprender verdaderamente su génesis en el movimiento lógico.

Esto indica que, el tiempo, tal y como lo conocemos, el tiempo de relojes; el tiempo en términos de pasado y futuro, no existe. Si lo consideramos a nivel corporal, ya es conocido que nuestros cuerpos se manejan según el reloj biológico, un reloj interno que lo regula.